Tuve que fingir
Rápidamente una sonrisa en mi rostro antes de que pudieran captar la expresión de horror que seguramente había tenido momentos antes. Tenía que encontrar una forma de excusarme sin levantar sospechas y, por el momento, la mejor estrategia era actuar como mi alegre yo habitual. “¡Cariño, ya estoy en casa!” Grité, bajándome a mí misma y a las bolsas que llevaba para poder dar a Brutus una rápida palmadita.

Tuve que fingir
Incapaz de levantar sospechas
Justo cuando me arrodillaba para acariciar a nuestro hermoso perro, Arlo salió del salón. Si no hubiera entendido lo que dijo, podría haberme perdido la tensión de su expresión. “Bonjour, Mon Cherie”, me saludó con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, utilizando el nombre que había elegido para mí.

Incapaz de levantar sospechas