No había manera de solucionarlo
La Reina Isabel II se dio cuenta de que algo no iba bien entre sus nietos y sus novias y quiso meterse para arreglar las cosas ya que el hecho de que hubiera malas relaciones entre los dos Príncipes era algo que no podía pasar y ellos intentaron por todos los medios que sus diferencias pasaran desapercibidas al menos en público. Pero no lo consiguieron y todo el pueblo se dio cuenta de que algo pasaba ahí y empezaron a circular los rumores.
Se distanciaron un poco
Sin oír ninguno de los consejos que les habían dado, Enrique y Meghan decidieron casarse cuanto antes y así callar bocas pues ya no tendrían nada que hacer al respecto. Después de la ceremonia, se mudaron al Palacio de Kensington para empezar su nueva vida como matrimonio y estar algo más apartados de Guillermo y Catalina y así evitar confortamientos y malas pasadas. Parecía que los ánimos se estaban empezando a calmar en la Familia Real.