Submitting the Complaint Form
Seguí anotando cada detalle, plasmando con fervor cada desprecio, cada insulto hiriente, cada súplica que quedó en el aire. Presioné enviar tras agregar el nombre de la enfermera, deseando fervientemente que esta vez prestaran atención. La incertidumbre me devoraba: ¿alguien prestaría atención a estas quejas? Una amarga mezcla de temor y descanso se arremolinaba en mi interior. Una parte de mí temía haber lanzado estas palabras a un abismo donde sólo recolectarían polvo. Aun así, había hecho algo.

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Una llamada del hospital lo cambió todo.
Una inesperada llamada Durante tres días, estuvimos atrapados en una nube de incertidumbre, inseguros sobre presentar o no la queja. ¿Serviría de algo? De repente, el teléfono irrumpió en la quietud. El hospital llamaba. La voz que escuché no correspondía a lo que había imaginado, ni disculpas ni silencio incómodo. Se trataba de una mezcla peculiar de formalidad y una curiosidad extraña que me tomó desprevenido. Sin importar el motivo, tenía completamente mi atención.

Una llamada del hospital lo cambió todo.
