Guardarme para mí mis verdaderas emociones
Me levanté y me obligué a acercarme a él y a darle un beso en la mejilla, aunque las ganas de vomitar me revolvían el estómago. Si se enteraba de que había oído -y entendido- su conversación con su madre, dudaba que me dejara marchar. Cuando sus labios rozaron mi mejilla, luché contra el instinto de hacer una mueca, sobre todo cuando su madre apareció en la puerta.

Guardarme para mí las emociones reales
Actuar como si no comprendiera el francés
Empezó a parlotear en francés y, a pesar de las clases que había recibido en los últimos meses, apenas podía seguirla. Mi expresión de confusión no era totalmente fingida: aunque captaba algunos fragmentos, la mayor parte se me escapaba. “Ehhmm, lo siento, Sra. Dubois. ¿Podría repetirlo? Pregunté, lanzando una rápida mirada a Arlo, con la esperanza de que mi mirada desconcertada bastara para mantener a raya cualquier sospecha.

Actuar como si no entendiera el francés